Cuentos tradicionales de Grecia y Chipre
Sofía Roilidou, docente y pedagoga, llega de Madrid con la maleta llena de cuentos de Grecia y Chipre, cuyos protagonistas absolutos son los duendes. Según la tradición, los duendes viven en las cavidades más profundas de la tierra. Sin embargo, durante los doce días que van desde la fiesta de Navidad hasta el día de la Epifanía, estos seres entrañables suben a la superficie para incordiar a la gente y hacer todo tipo de travesuras. Se introducirán juegos tradicionales de Grecia y Chipre para enseñar a los niños e interactuar con ellos, y también se hará uso de canciones.
La actividad se dirige a niños de 5 a 10 años.
Lugar: Librería infantil Sopa de Sapo, Plaza Indautxu, C/ Aretxabaleta, 6, Bilbao.
Fecha: sábado 12 de enero
Hora: 11:00 – 12:10 h (en griego) & 12:15 – 13:15 h (en castellano)
Se requiere reserva de plaza en el 94 405 47 58 o en hola@sopadesapo.com, indicando el idioma del grupo en el que desea participar el niño.
A las 13:15 h, al finalizar la actividad, pasaremos a presentar el libro infantil ¡No vayas, foquita! (Editorial Sial-Pigmalión), traducido del griego por Sofía Roilidou.
Presentación del libro ¡No vayas foquita!
La foquita se queda sola y varios desconocidos le piden que les siga… ¿Les va a seguir o no? Esta fabulosa historia ayuda a los niños a comprender por qué razón no se debe seguir nunca a los extraños. La educación en temas de protección y defensa es una de las enseñanzas más importantes que hay que dar a los niños. El libro incluye una guía didáctica para padres y otra para maestros con ideas y consejos para el mejor aprovechamiento del cuento. Presentación a cargo de su traductora.
Sofía Roilidou
Doctora en Neurociencia por la Universidad Complutense de Madrid, con tesis titulada Trastorno por déficit de atención y/o hiperactividad: diferenciación neuropsicológica entre los subtipos inatento e hiperactivo. Máster en Neuropsicología Cognitiva por la UCM, Máster en PNL (Programación Neurolingüística) por PNL Madrid y Coaching profesional por IRYDE. Licenciada en Filosofía, Pedagogía y Psicología por la Universidad de Atenas. Profesora colaboradora del Máster en Dificultades de Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje de la Universitat Oberta de Catalunya. Más de quince años ejerciendo como profesora de griego como lengua extranjera.
La historia de los duendes en el imaginario popular griego
Al amanecer, antes de que cante el gallo, los
duendes desaparecen, porque no aguantan la luz
El pueblo griego ha sabido conservar sus tradiciones antiguas de la manera más festiva y graciosa. Es más, las enriqueció con su ingenio volviéndolas más elocuentes. Siempre ha pretendido aplacar a los espíritus astutos y traviesos, y su imaginación exuberante a la hora de inventar todo tipo de diablillos y monstruos reafirma su gusto por la mesura y la moderación, su concepto de lo bueno y bello.
Dodecaímero (Δωδεκαήμερο) se llama al periodo de doce días comprendido entre la Navidad y la Epifanía. Es cuando se desarrolla la historia de los duendes (en griego καλικάντζαροι/calicántsari). A lo largo de todo el año estos seres curiosos permanecen escondidos en el mundo subterráneo. Con la renovación de las fuerzas del bien, que simboliza el nacimiento de Jesucristo, surgen al mismo tiempo las energías que se oponen a tal espíritu constructivo, cuyos representantes son los duendes. Así se inicia una lucha abierta entre estas dos fuerzas contrapuestas.
El elemento religioso convive con el pagano en esta pintura
de P. Tetsis que nos transporta al Ágora romana de Atenas
Los duendes tienen miedo a los humanos, por eso durante todo el año intentan cortar el tronco del Árbol que sostiene el Mundo empleando sus dientes cortantes, hachas y pequeñas sierras, para que la Tierra se derrumbe. Sin embargo, Cristo con su llegada restaura los cimientos de la Tierra, y no deja que la humanidad desaparezca. Para celebrar este gran milagro, la gente está en vivaz movimiento: lava, limpia y prepara comidas y pasteles exquisitos.
Al oír todo este jaleo sobre sus cabezas, los duendes dejan sus quehaceres para averiguar qué está pasando. Suben a la superficie a través de los pozos y las fuentes de agua que emanan de las entrañas de la tierra. Se enteran del nacimiento de Cristo y se ponen a hacer todo tipo de travesuras, incordiando a la gente e induciéndoles a cometer maldades y pecados. Hacen sonar la campana de la iglesia, giran las páginas en el libro del cura, silban cual demonios, se meten en los sacos de harina recién molida, acceden a las casas a través de cualquier agujero o resquicio, echan a perder el aceite y el vino, se comen lo que les apetezca (sobre todo carne de cerdo y dulces), esparcen las sobras y dejan todo patas arriba. El fuego les da miedo, por eso la gente procura mantener vivas las llamas de la chimenea. Al amanecer, antes de que cante el gallo, desaparecen, porque no aguantan la luz.
Los nombres de estos diablillos varían según la zona, y su apariencia también es muy dispar. Según la cultura popular, se parecen a los simios, tienen orejas grandes y cola. Son pequeños, habitualmente de color negro o marrón oscuro. Sus patas a menudo son de caballo, burro, cabra, sapo o gallo. A los duendes no se les ve siempre, ya que suelen volverse invisibles al salir a la superficie de la tierra. No obstante, se les percibe incluso en el aire.
El 6 de enero, día de la Epifanía, los curas bendicen las aguas y rocían las casas con agua bendita para dar a los hombres una nueva vida espiritual. Los duendes, al ver al cura, echan a correr. Se pierden en las aguas y en las profundidades de la tierra, donde pasarán sus días del 7 de enero al 24 de diciembre. Allí, retoman su ardua e interminable empresa de echar abajo el Árbol que sostiene la Tierra, que está ya totalmente reconstituido.
Pintura de P. Tetsis que representa la bendición de las aguas el día
6 de enero en el puerto de El Pireo y la desaparición de los duendes
La historia de estos duendes es una de las tradiciones navideñas que más encanto presentan a lo largo y ancho del mundo. Expresa la preocupación del ser humano que se enfrenta al fin de una etapa de su vida, de un año que termina y otro nuevo que comienza o la transición del invierno a la primavera. De forma que detrás de todas estas supersticiones metafísicas se esconde el temor primitivo del hombre al invierno y su oscuridad.
Los duendes hacían trastadas y se metían con la gente solo por jugar. Eran divertidos, inofensivos y, a decir verdad, no eran para nada aterradores. Iban de aquí para allá, daban saltos, bailaban y molestaban, pero no acosaban ni asustaban a la gente. Por eso, nosotros también invitamos a los niños a que jueguen y bailen en esta actividad lúdica, dando la bienvenida al nuevo año de la mejor manera, con ánimos y energías renovadas.