Ahora que han empezado a caer las primeras hojas del otoño, y antes de que el viento borre definitivamente el verano, cierro los ojos… y oigo aún las campanas de una iglesia bizantina entrando por la ventana del hotel, en plena calle Ermou de Tesalónica. Después son otros sonidos y olores e imágenes los que me llegan: el trasiego del tráfico, el mercado Modiano, los abigarrados perípteros… pero también la amplitud y blancura de su plaza Aristotelous, la elegancia de las calles Venizelou, Tsimiski, y la comercial Egnatía Odós (Vía Egnatia) que abrió a Tesalónica las puertas de Europa y Asia en tiempos romanos.
Ciudad de gran bahía vigilada por la Torre Blanca y desde el Barrio Alto por la fortaleza de Heptapyrgion (Siete Torres), esconde tantas sorpresas como etapas históricas: el oro de los Reyes Macedonios, la Rotonda y el ágora romano, murallas bizantinas, las más de doscientas iglesias ortodoxas, los baños turcos, conviviendo con la universidad más grande de Grecia (Universidad Aristóteles de Tesalónica) y la modernidad del Palacio de la Música junto al mar.
Tesalónica nos lleva también a las tres penínsulas rocosas de Calcídica que entran en el mar Egeo, bellas como sus nombres: Cassandra, Sithonía y Athos. Y en la entrada de este último brazo está Ierissós, donde se ha celebrado por segundo año consecutivo el Festival Internacional de Danzas Tradicionales, promovido por la Unesco, con motivo de los 2.400 años del nacimiento del filósofo griego Aristóteles en la cercana Estágira.
Catorce grupos participaron procedentes de Bulgaria, Serbia, Rumanía, España (Mallorca), Italia, Hungría, Moldavia, Rusia, Ucrania, Georgia, diversos grupos de Grecia y Chipre, y en representación del País Vasco el grupo “Otxandategi Dantza Taldea” de Berango (Vizcaya), con el que había contactado nuestra asociación “Periplo”.
Durante cuatro días entre el 15 y el 19 de septiembre, actuaron en distintas localidades: en la bahía de Nea Roda, en el propio Ierissós, en Gomati y finalmente en Uranópolis, puerto de salida de los barcos que van al Monte Athos. Las actuaciones de unos y otros, bajo una luna llena, con fondo de iglesia o mar, fueron espectaculares y la acogida de las gentes, cálida como las aguas de su mar…
Tuvimos además la ocasión de visitar Estágira, donde fundó una escuela Aristóteles y donde se ha encontrado recientemente su tumba; y de admirar desde el barco la sucesión de monasterios que jalonan el Monte Athos (o Monte Sagrado), donde más de 1.300 monjes forman una especie de estado autónomo, que se autoabastece y promulga sus propias leyes (entre ellas la prohibición del acceso a las mujeres).
Pero si tuviera que quedarme con una imagen sería la de las miradas alentadoras de la gente de Ierissós cuando veían pasar a los dantzaris del grupo de Berango con sus ropas de baile y sus bártulos camino del autobús, o sus ensayos en la plaza a pleno sol. Y finalmente, guardo de una manera especial el pequeño jardín del hotel donde nos alojábamos, la mesa rodeada de plantas aromáticas donde prácticamente hacían la vida, las manos de María preparando trajanás, y su sonrisa ofreciéndonos lo que tenían.
Tesalónica, Calcídica, Ierissós…. Εγώ θα ξαναρθώ! (¡Yo volveré!)
Marisa Díez Ezkerra (Αφροδίτη)
Vocal de “Periplo”