Sobre Manos Jatsidakis

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A las personas que se han ido, pero permanecen vivas, las tenemos a diario situadas en nuestro interior y las llevamos dentro a lo largo de toda nuestra vida.
Manos Jatsidakis

Somos muchos los que todavía tratamos de averiguar por qué Manos Jatsidakis sigue siendo tan actual hoy en día. Por qué sus palabras y su música se mantienen todavía tan vivas. Será porque no alcanzamos a conocer la verdad a través de »sabios» profesionales, políticos o científicos. La conocemos por artistas y poetas. Por la gente que nació con esa intuición especial que les permite comprender el mundo. Somos muchos los que tratamos de entender por qué cada día que pasa echamos más en falta a Manos. Quizá porque Grecia sería de otra manera si dos o tres personas como él estuvieran aún entre nosotros. Quizá porque los griegos, aún sin saberlo, tendrían a su lado un apoyo para soportar su soledad. Un adolescente me dijo hace tiempo: «Su música me gusta más que la de todos los otros. La comprendo, es como si me dijera: Estás triste, hoy, lo sé, pero no importa. Ya se pasará. Mañana se pasará… »

He preferido en vez de una escueta biografía de Manos Jatsidakis, recopilar algunas de sus frases–observaciones más intervencionistas acerca de la sociedad neogriega, debido a que Jatsidakis no era tan solo un gran compositor griego. Era un intelectual de la vida y un anarquista del espíritu, cuyas composiciones melodiosas marchaban a la par de sus posturas sobre los asuntos públicos y la vida de sus coetáneos.

De la memoria (julio de 1988): Si tuviera mucho dinero, habría retirado todas las cesiones de derechos que he hecho a editores y haría desaparecer todas mis obras. Nada sería más hermoso que quedar –por el tiempo que sea– en la memoria de cuantos compartimos conversaciones. ¿Porque después de la muerte qué es lo que nos espera? La incapacidad de varios saqueadores de tumbas sobre nuestros cuerpos sin vida…

No es una casualidad, según las palabras que hemos citado, que Jatsidakis sintiera verdadera aversión por Los chicos del Pireo, la canción de la película Nunca en domingo, la cual ha sido traducida a 120 idiomas y versionada hasta por los Papúa en Nueva Guinea. Un día lo llamó el dueño de un reputado cabaret de Las Vegas. Le propuso ir allí a tocar música tres noches apenas durante un cuarto de hora cada vez. Su remuneración serían 500.000 dólares. La única condición era que cerrara cada actuación con Los chicos del Pireo. ¡Fue la gota que colmó el vaso! Acto seguido Jatsidakis llamó a sus abogados en EEUU y les comunicó que quería vender los derechos del tema. Finalmente los vendió por 100.000 dólares, cuantía por la cual compró su casa. ¡El contrato de venta era comparable a una novela, de hecho superaba las 600 páginas! En cuanto a la famosa estatuilla de los Óscar que ganaron Los chicos del Pireo, hoy está de vuelta en la casa de Manos. Colocada en un estante, mirando a la pared. Su reverso recuerda que su señor y dueño nunca la amó…

Esto es lo que dijo Manos Jatsidakis en diciembre de 1985 sobre los caídos: «Los que quedan encabezan los desfiles, dan discursos, conceden entrevistas televisivas y jamás, ni una sola vez, les he escuchado hablar en conmemoración de los que perdieron la vida, que no están en posición de hablar hoy… »

Y cuando en 1993, poco antes del final, Jatsidakis estaba ingresado en el mismo hospital, en habitaciones contiguas, que el poeta Premio Nobel y amigo suyo Odiseas Elitis, la historia nos dejó en herencia un estremecedor diálogo poético entre los dos: «¿Por qué hemos hecho todo esto, Manos? Mira la decadencia a tu alrededor», dice Elitis. Y Jatsidakis contesta: «Lo hemos hecho para nosotros y para nuestros amigos. Además Grecia se murió hace mucho tiempo y vivía solo en nuestros sueños… »

El concepto de Grecia fue motivo de reflexión para Manos Jatsidakis a lo largo de toda su vida, para él que fue un cosmopolita, que vivió sus años más hermosos en el Londres de Rolling Stones y en el multicolor San Francisco hippie. No pudo, según él mismo, vivir de forma permanente en el extranjero y desarrollar una carrera más grande sin duda, puesto que era inconcebible para él no solo comunicarse, sino también pensar en otro idioma que no fuera el griego. Esto es lo que decía acerca de lo anterior en agosto de 1979 a través de la frecuencia del Tercer Programa de la Radiofonía Griega: No me gusta pasarme de ser muy griego. Lo soy en la medida en que lo soy. Ha llegado el tiempo en que el concepto de Griego deje su lugar al concepto de Humano. Y creo que entonces vamos a conectar con una tradición más profunda que, casualmente, también es totalmente griega. Por desgracia no somos descendientes de los autores trágicos, sino, tan solo, descendientes de vasallos y emigrantes.

¿Qué diría Manos Jatsidakis hoy que el partido de extrema derecha Amanecer Dorado mata a emigrantes por la calle y en general asesina «cualquier cosa que se mueve»? ¡Nada nuevo! Lo dijo todo y de una vez por todas en febrero de 1993, un año antes de fallecer: «El neonazismo, el fascismo, el racismo y todo tipo de conducta antisocial y antihumana no proviene de ideología alguna, no contiene ideología, no constituye ideología. Es la manifestación magnificada de la bestia que llevamos dentro sin ningún impedimento a su desarrollo. El único antibiótico con el que contamos para combatir esa bestia interior es la Educación.»

Ciertamente, Jatsidakis amó la educación desde pequeño, no la de los conservatorios, la educación museística, sino la de la luna, de los poetas y las estrellas. El arte no tenía para él certificado de nacimiento, como tampoco a fin de cuentas tenía país de origen.

Cuando en el año 1972, durante la Dictadura de los Coroneles, vio la luz el disco Ο Μεγάλος Ερωτικός (Magnus Eroticus), una obra que supuso un epítome de la música griega culta, los periodistas atacaron a Jatsidakis. Escribieron en su momento: «El pueblo está luchando y Manos Jatsidakis nos trae cancioncillas de amor.» ¡Así de necios se mostraron! Olvidaban que, también según Georges Bizet, compañero de Jatsidakis, ¡no existe ni existirá mayor revolución que el amor! Y cuando poco más tarde, durante la Transición política, los jóvenes llenarían los estadios y llegarían a delirar con los conciertos de Mikis Theodorakis, ¡Jatsidakis compondría Ελλαδογραφία con los versos de Nikos Gkatsos e intérprete al mismo Mikis Theodorakis! Tuvieron que pasar varios años hasta que en julio de 1988 Jatsidakis hiciera su propia valoración del concepto Artista revolucionario: «Jamás los revolucionarios ni los derrocadores han sido grandes artistas. Los que apechugan haciendo una revolución no tienen tiempo para hacer Arte perdurable… »

Hoy, 21 años después de su fin biológico, el compositor y poeta Manos Jatsidakis que tenía la capacidad de ver más allá de su época, permanece más actual que nunca. Sus canciones no han dejado de versionarse tanto en el mundo discográfico como en conciertos, y sus textos tienen una enorme repercusión entre los jóvenes, sobre todo a través de Internet.

He querido concluir mi texto, que espero que haya servido para que conozcan un poco a este gran personaje griego, de nuevo con sus palabras, indicadoras de la situación a la que ha llegado nuestro país: «Si Grecia nunca muere, eso significa que nunca va a resucitar. Que estará eternamente sin resurrección, puesto que nunca aceptó morir.»*

Antonis Boskoítis, cineasta y periodista.

* Se refiere a la marcha patriótica Η Ελλάδα ποτέ δεν πεθαίνει (Grecia nunca muere).

Texto escrito en homenaje a Manos Jatsidakis a raíz del 90 aniversario de su nacimiento para “Periplo”.

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